«Y también hay que cuidarse de lo que uno lee y bebe por la noche, hay que cuidarse de los sueños y de las pesadillas y de los paraísos naturales y también de los otros, hay que cuidarse. Hay que cuidarse de que no te fanen y que tampoco se te corten los talones de los pies, de los hongos hay que cuidarse, de no engriparse ni pegarse nada.
Nada debe moverse, ni las muelas ni los dientes. Uno debe cuidarse de lo que escribe y de lo que hace y de lo que piensa. Que no lo caguen las palomas, que la mierda no le inflame las suelas y el alrededor. Uno también debe cuidarse del perro y del vecino y de la vecina; incluso uno debe cuidarse de la policía, de los bomberos y de la mismísima Cruz Roja Internacional.
Uno debe saber elegir entre los amigos y en eso también hay que saber cuidarse de cualquiera y también de cualquier mosquita muerta. Esas son las peores.
Hay que acostumbrarse sea en donde sea a mirar con detenido cuidado la fecha de vencimiento de sea lo que sea que usted tenga en la mano dispuesto a llevarse para casa. Tenga cuidado con lo que se lleva, por derecha o por izquierda y también tenga muchísimo cuidado con lo que está cuidando. No vaya a ser un cuervo. Tenga cuidado con las entradas y con las salidas, también con la rubia tenga usted cuidado y siempre use forro. No hay que pegarse nada, le recuerdo una vez más. Ojo con lo que firma. Ojo con lo que promete. También tenga cuidado de los recuerdos suyos de usted y aquellos que pertenecen a las rubias. Que no vaya a volarse ni una chapa, también hay que cuidar el cuero cabelludo.
Asuma sus deseos con excesivo cuidado y no deje tentarse. Ni llame, ni responda. Poco dato y cuidado con lo que dice por teléfono. También hay que cuidarse de lo que uno dice y de lo que uno escucha o está expuesto a escuchar. Tenga cuidado con lo que come y también tenga cuidado con lo que tira.»
Pancho Muñoz. 20 Poemas Peronistas y Equitación Japonesa. Ediciones CICCUS, 2009.